PARA LOS QUE QUIEREN EL ARTICULO 30.



Se llama Ana María y padece Síndrome de Down. Fue violada y obligada a parir. Nunca supo que estuvo embarazada porque, al decir de Ana Ramona, su madre, ella no puede hablar ni amamantar a la bebé porque ni siquiera es consciente de que es suya. A Ana María “hay que hacérselo todo, bañarla, peinarla, lavarle la cabeza, vestirla, porque lo único que ella hace sola es comer”.

“Yo cogí mucha lucha -explica Ana Ramona- porque la tenía que estar vigilando todo el tiempo, porque ella se subía en cualquier cosa y se tiraba, se acostaba boca abajo, yo tenía que levantarme de noche para decirle: ‘mami no te acueste así’, y salía corriendo y saltaba”.

“Cuenta que por recomendación de una doctora que atendió a su hija en Baní, de donde es oriunda, se dirigió hacia el hospital Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, en la capital, donde solicitó que se le practicase un aborto terapéutico a su hija porque su limitado desarrollo mental y físico le impedían asumir el rol de madre, además de que su embarazo era el fruto de una violación. Esta determinación la tomó a pesar de que es una cristiana de profundas convicciones.”

“Doña Ana Ramona vive un verdadero drama de dolor y miseria: enferma de diabetes e hipertensión, con un esposo sin trabajo que padece de cálculo renal, un padre y una madre minusválidos, una abuela en cama que ha enfrentado tres trombosis cerebrales y cinco hijos que la esperan en su humilde vivienda en la comunidad Las Calderas, en Baní.”

Hasta aquí la historia de Ana María que he reconstruido a partir de lo recogido y narrado hoy por Yajaira Figari en Clave Digital.

Los médicos de la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia se negaron a practicarle un aborto terapéutico, temerosos de las sanciones previstas en el Código Penal Dominicano.

¿Qué sentirán, cómo reaccionarán, los patrocinadores del artículo 30 en la nueva Constitución todavía en discusión y los y las legisladores que votaron a favor, cuando conozcan de la violación, embarazo y parto forzoso de Ana María?

Pregunto a estos señores y señoras que tuvieron la corrección política de rectificar y cumplir al pie de la letra el pacto Leonel-Miguel para la composición del Consejo Nacional de la Magistratura y evitar la sublevación de los votos perredeístas en la Asamblea Revisora.

Para Ana María y otras jóvenes mujeres dominicanas pobres que pudieran ser víctimas de violadores o cuyas vidas corran peligro por un embarazo con complicaciones médicas insalvables, para ellas, no habrá piedad, ni conmiseración, sino crueldad. Sufrirán mientras vida tengan o morirán.

Las Yuleidy de los Tulio Turpén* y otras afortunadas escaparán del infortunio.

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