Tenga buenas Sr. Julio Clemente, Mi nombre es R.M.S. le escribo para compartir una situación que me sucedió recientemente en la universidad autónoma de santo domingo donde estudio administración de empresas.
Mientras me encontraba tomando clases una compañera delante de mi hacia cosas que no podía creer, dado el nivel escandaloso y poco higiénico de su comportamiento, resulta que después de entrar en un cambio de hora la joven de contextura física un tanto “GRUESA” sudaba de forma intensa y respiraba agitada al parecer sofocada por una alocada carrera que sabrá Dios a que le venia corriendo.
La joven se sentó mientras soltaba un “FIIIIIIIIIFFF” que inmediatamente inundo el ambiente con un nauseabundo aroma, revoloteaba sus piernas como si estuviera ansiosa mientras continuaba su melodiosa sinfonía traseril ahora con sonido y todo.
La joven en todo descargo sacaba un “AHHH!!!!” como regocijada en cada puja donde hasta el profesor le reclamo por sus acciones al punto de pedirle que si sentía algún malestar estomacal fuera al baño y se tomara su tiempo.
La clase continuo y minutos mas tarde fue interrumpida por un estruendo PUUUUURRRRRRRRRRRRR! Las carcajadas rompieron el orden, el profesor se vio precisado a pedirle que por favor abandonara el aula de manera obligatoria y hasta tanto no resolviera “ESA SITUACION” no retornara a tomar el pan de la enseñanza, dos lagrimas corrieron por sus mejillas al momento de exclamar: “PROFESOR ME COMI 10 YANIQUEQUES Y DOS JUGOS DE LOS QUE VENDE EL HAITIANO, ME HIZO DAÑO Y AHORA NO ME PUEDO PARAR PORQUE EL PANTALON LO SIENTO MOJADO” efectivamente, tenia una chorrera que le bajaba por las piernas y llegaba hasta el piso, aquel inconveniente personal se convirtió en la comidilla del día y la burla de muchos mientras la pobre muchacha ahora cuando los tigres la ven, atinan a taparse la nariz propagando un relajo tan desagradable como el hecho en si.
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