Eran las diez de la noche de un sábado y la habanera calle 23 parecía reventar a puro reggaetón. Alrededor de la tarima en el centro de la Plaza Mariana Grajales jóvenes varones de pantalones caídos y chicas en minifaldas bailaban manos arriba con movimientos sexualmente explícitos, entre aplausos, bromas y gestos de aprobación.
Eran las diez de la noche de un sábado y la habanera calle 23 parecía reventar a puro reggaetón. Alrededor de la tarima en el centro de la Plaza Mariana Grajales jóvenes varones de pantalones caídos y chicas en minifaldas bailaban manos arriba con movimientos sexualmente explícitos, entre aplausos, bromas y gestos de aprobación.
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