
Así lo atestiguaron en un funeral oficial celebrado en el estadio de fútbol FNB de Johannesburgo ante decenas de miles de personas que pudieron escuchar las intervenciones del presidente de Estados Unidos, Barack Obama; el de Cuba, Raúl Castro; y la de Brasil, Dilma Roussef, entre otros mandatarios.
El que más entusiasmo despertó fue Barack Obama, quien al igual que Mandela en Sudáfrica, es el primer presidente negro de su país.
El espíritu conciliador de Mandela pareció estar presente cuando Obama, al dirigirse al estrado, le estrechó la mano a su homólogo de Cuba, Raúl Castro, en un gesto sin precedentes entre los líderes de dos naciones en conflicto desde hace décadas.
El presidente cubano elevó el tono del discurso calificando a Mandela como un "símbolo supremo de la lucha revolucionaria", y advirtió de que "la humanidad no podrá responder a sus colosales desafíos sin una concentración de esfuerzos entre todas las naciones" como la que promulgó el exmandatario fallecido.
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