HISTORIAS SOBRE DOMESTICAS



Contratar a una mujer para limipar y cocinar es una práctica vieja y muy extendida en este país. A menudo estas mujeres, que por lo general reciben el mote de "la doméstica", o simplemente "la muchacha", son personas de bajo nivel educativo que traen consigo el sabor del pueblo llano.

Dependiendo del nivel socio-económico de la casa a donde llega la doméstica, pueden darse situaciones que si bien en el momento no causan ninguna gracia, con el tiempo se convierten en anécdotas inolvidables, ideales para reir a carcajadas. A continuación, dos de estas historias, ambas verídicas.

1. En cierta ocasión la dueña de la casa estaba preparando un postre, cuando se percata de que le hace falta una lata de coctel de frutas. Para no perder tiempo, manda a la muchacha del servicio al supermercado más cercano para que compre eso, no sin antes preguntar si conoce el producto. "¡Claro mi doña!" fue la respuesta. 15 minutos después, llega la muchacha, muy oronda, con una lata de... maní.

2. Las ollas de teflón son ideales para cocinar sin que se pegue la comida, y es por este motivo que son tan caras. ¿Qué creen ustedes? Un buen día la muchacha se fajó con un brillo de alambre y dejó una de esas ollas relucientes... lo que significa que el teflón pasó a mejor vida. Imagine entonces la cara de la señora de la casa cuando va su doméstica a darle la buena noticia de que "esa olla toda prieta y fea que usted tenía se la dejé nuevecita". Sin comentarios.

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