Según los moradores de allí, el denominado Calimete tiene una licenciatura en robos y fechorías, puesto que en una semana se le ha adjudicado el robo de dos inversores, cuatro baterías, tres marranos, cinco racimos de plátanos, un motor, cuatro sillas plásticas, cinco pantalones que en estaban tendidos en un patio, un juego de ollas esmaltadas, un galón de aceite, un servicio de picalonga sin freír propiedad de un comerciante del lugar, así como el robo de cinco frascos de vaselina y una caja de preservativos de una farmacia local.
El pueblo en zozobra le entro a tablazos limpios y hasta intentaron darle una sección de electroshock para que este recuperara el juicio puesto que este pretendía hacerse el loco.
Finalmente los agentes policiales lo detuvieron para supuestamente ser sometido a la acción de la justicia.
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