MARTHA EN TRES TIEMPOS


Normalmente los artistas y jóvenes de hoy en día son inconstantes, cambiantes, mantienen posiciones de distintos colores e intensidades.  
La prensa radial escrita y televisada ha comentado todo lo que es y lo que no es sobre una joven de 22 años que ha coronado su extraña forma de vivir y la coronó negativamente. 
El país vio en ella el ansiado ídolo que necesitaba. Al igual que hace unos años sucedió con Amelia Vega, que al salir con el máximo galardón en el concurso de belleza Miss Universo la juventud, sobre todo, encontró algo de que agarrarse y  más tarde catapultara al grupo “Negros” con la canción “Mi Reina”. 
Es que los jóvenes y los pueblos necesitan de ídolos a quien seguir, por quien suspirar. El mayor público que tuvo Fernando Villalona fueron los viejos. No importó los errores cometidos en su vida por el vicio. Aun así ellos lo defendían con los más encendidos argumentos a favor.
Y es que su cándida juventud, aparente, ocultaba el desgraciado vicio por el cual atravesaba. 
Martha, que insisto, no es mala pero mantiene comportamientos díscolos y bipolares del cual todos nos hemos dado cuenta al final de la jornada, lo que decíamos desde un principio era cierto. 
Los viajes anteriores a este último le dieron oportunidades y como toda gente detrás del poder del dinero al final de la historia cayó.
 Su vida se maneja en tres tiempos o más, como en la música: “Larghissimo,Allegro Prestissimo” .  Y lo peor de todo esto es que en menos de un minuto te cambia de un tiempo a otro tan fácil, como respirar.  
He de esperar que los  profesionales del comportamiento humano estudien este caso. 
Ya hasta pastores de la iglesia afirman que le abrían profetizado lo que le iba a suceder. 
No tiendo mucho a creer en estos pronósticos, pero lo que si creo es que el caso de ella debe ser tratado con seriedad, responsabilidad y delicadeza. 
Los grandes culpables de ese mal que padece es la sociedad en la que se crió, la familia y el país que con sus privilegios vive tolerando este desgraciado mal.

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