VAYAN COJIENDO...


Omega no ha logrado su triunfo, con un bisturí ni una bata, no lo logró detrás de un escritorio analizando estrategias de ventas ni descifrando oscuros estados financieros, no lo logró devorando docenas de libros ni hipnotizando al mundo con una flameante retórica, pero tampoco lo logró, y es lo que mas duele, traficando felicidad en polvo en las esquinas, ni lo hizo porque estuvo al frente de alguna secretaria de estado o fue congresista, ni fue porque se inventó una ONG “sin fines de lucro”, ni dando “un tumbe en nueva yol”.

Simplemente lo hizo haciendo acopio y procesando los elementos que la sociedad le ofreció y con una propuesta aparentemente rudimentaria ha cosechado el éxito con el que muchos sueňan.

Los sorprende que Omega les invada lo que consideraban sus espacios y haya saltado con desenfado y sin temor el cerco en que estaba confinado. La sociedad margina, olvida, segrega y condena la juventud que vive en las zonas más deprimidas de nuestras ciudades.


La sociedad le niega acceso al deporte, le niega consejeros y trabajadores sociales, les niega el acceso a fuentes de trabajo y a servicios y en definitiva los priva del acceso a un refinamiento cultural e intelectual y a una educación que les podría dotar de las herramientas para insertarse con éxito en la sociedad.

Todo esto se les niega y cuando uno de ellos responde con sus inquietudes artísticas, obviamente labradas por las mismas limitaciones que le impone el medio, reaccionamos con burla, con rechazo y los más radicales reaccionan con verdadero sentimiento de frustración.

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