En el marco del encuentro de familias, el Papa rodeado de feligreses de avanzada edad y de sus nietos habló en favor de la vida familiar. El niño, algo inquieto y curioso no dejó pasar la oportunidad de explorar y sentir lo que era sentarse en la silla del pontífice, abrazarlo y besar su crucifijo.
Como si fuera un abuelo indulgente, el papa permitió que el niño explorara el lugar serenamente ante decenas de miles de personas, mientras sonreía y con ternura acariciaba al pequeño.
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